domingo, 22 de noviembre de 2009

Cosas que quedaron en el tintero...

Son un par de poemas que se me ocurrieron hace muchas órbitas atrás...
Los encontré esta mañana... así que aquí van...


No me pidas mi amistad, no puedo darte lo que menos aprecio, no es el justo precio que debo pagar por haberte conocido.
No me pidas que te olvide, no puedo, mis sueños te recordarán y mi memoria aciaga no sabrá defenderse ante tu niebla.
No me pidas que te salve porque mi corazón herido por tus faltas desfallece de sólo verte. Cómo decirte que ante la balanza de la vida, pesan más las lágrimas que las sonrisas con las que me alentabas a seguir amándote.
No me pidas que me aleje, no hace falta, ya la vida e ha enseñado a hacerlo y he aprendido bien esa lección,
No me pidas que te ame porque no sé hacerlo, no sé descubrirte cada uno de tus rostros y desnudarte de mentiras ante mi verdad.
No me pidas que te abrace porque me quitaste las fuerzas tratando de rescatarte de tus propias caídas
No me pidas que cambie, que sea otro, que día a día me esfuerce en volverme más sabio y prudente, más amado y amante,
Pedime que me quede a tu lado, pero no me pidas nada más, porque te lo he dado todo amor mío.
Lo único que puedo darte es el cálido beso de la verdad...

Iván David.


Desde la primera vez que te vi, dulce, ingenua, casi inmortal rebuscando entre tus ideas la forma de resolver el problema que ya tantas veces habías resuelto, quizá sin darte cuenta, supe descubrirte día a día un poquito más… aprender de vos aquellas cosas que no cualquier maestro enseña.
¿Cómo? ¿Crees acaso que es fácil de enseñar la belleza de un corazón tibio? La calidez de tu corazón aún manso y tierno, despertaron al mío, quién había estado durante largas noches dormido al frío invierno de la Soledad.
Mi dulce princesa, princesa de ensueños dorados que enfilan honrados cantos al Padre Sol, busco en ti lo que sólo en ti puedo encontrar, lo que sólo de ti puedo hallar...

Iván David.


Cuántas vueltas he dado ya amor mío, cuántas aún nos quedan por dar…
Se ha derrumbado el olvido, sólo mudo zumbido aleja a la noche material de tus costas
Serena, profunda, bella como el amanecer de un florido día… descansa en mis brazos amada mía, descansa en mis sueños dulce amiga.
Que la noche, pronto anida melancolía, y surcan el cielo las naves de Sión, escondámonos a amarnos, este mundo tanto calor no necesita.



Las lágrimas son el negro carbón que cae
Que lustra y pule, el brillo de un corazón, de un diamante puro
Y no hay nada que pueda contra la dureza de un diamante
No hay hombre que no se rinda ante él, ni mujer que se haga más digna de portar en sus ojos su brillo.
Pero hay hombre y mujeres que sólo lo son de nombre, porque no saben pulir el diamante que llevan dentro.

No te rindas mi ángel,
No duermas el sueño de todos, que el nuestro es único, como tus ojos
Si debes dejar tu amor volar, hazlo...
Yo siempre estaré contigo.

Pero no quiero que los fantasmas del pasado tuerzan mi camino
Quiero sentirte eterna como la dulce estrella

Levanta tu rostro de eterno rubí
No es necesario llorar lágrimas ajenas...
Y aunque vayas tras de él, no importa...
Siempre te estaré esperando...

Siempre estaré contigo...

Iván David.

No hay comentarios:

Publicar un comentario